Fuente: Inmobiliare/ Galo Ramírez
Como otras industrias, el sector inmobiliario y de la construcción ha mostrado su preocupación por el medio ambiente y el impacto que sus actividades tienen, razón por la que desde hace algunas décadas ha sumado esfuerzos para la implementación y producción de materiales sustentables, los cuales, en conjunto con un correcto desarrollo y administración del inmueble, pueden lograr certificaciones ambientales con reconocimiento internacional.
Una construcción sustentable se refiere a los métodos que se emplean en la edificación de inmuebles que buscan que el impacto ambiental sea mínimo o nulo, para contribuir al cuidado del planeta y está presente desde la planeación, diseño, construcción y operación del edificio.
Los objetivos de estas edificaciones con características sustentables, sostenibles y soluciones inteligentes son:
- El uso adecuado de la energía en toda la construcción.
- Abasto y reutilización del agua.
- Uso de material creado por medio de producciones limpias, es decir, que también reducen los riesgos de tener un daño ambiental.
- Implementación de técnicas eficaces durante la construcción.
- Prevención de emisiones contaminantes y empleo de recursos renovables en la edificación y mantenimiento.
De acuerdo con el World Green Building Council y el programa “Carrera hacia Cero” de la ONU que marcan la ruta 2030-2050, “los edificios del futuro serán regenerativos, con una huella ambiental positiva en toda su vida útil. Inmuebles singulares y urbes enteras serán exportadores de energía neta, con mínimo o nulo carbono incorporado”.
Ventajas de la construcción sustentable
De acuerdo con los desarrolladores expertos de University Tower los beneficios de la construcción sustentable se dividen en tres categorías principales:
1. Ambientales: reduce el consumo y desperdicio de agua, mejora la calidad del aire y agua, protege la biodiversidad y los ecosistemas y busca la conservación de los recursos naturales.
2. Económicos: reduce los costos operativos, derivados de los ahorros en agua y energía y genera un mayor valor como activo.
3. Sociales: mejora la calidad de vida, minimiza la tensión en la infraestructura local y optimiza el ciclo de vida de la edificación.